Todo por lo que lloramos es el adiós a lo que no somos,
porque extrañamos tener el control de lo que queríamos.
tan egoístamente empáticos, tan sádicos, tan volubles,
tan poco para todo lo que soñamos,
tanto con lo poco que hacemos.
Un hasta luego es un adiós con los brazos abiertos,
pero ningún tesoro se queda para siempre en el mismo puerto.
nada está muerto, pero no se siente igual un recuerdo.
por lo tanto, decir adiós es mejor si la promesa de regresar
es una mentira y no un argumento.
Aferrarse no es respeto, es desesperación.
rendirse no es una opción, ¿Será esto cierto?
que en una canción o en un texto,
puede haber más peso que en una caricia o en un buen momento.
no lo sé, pero sé que el guitarrista de la esquina
entiende que es mejor morir en el intento.
No estires los brazos por el temor de caer.
estira tus brazos para dar el abrazo que nunca diste,
pues no digo que no haya dolor, camuflado de poder.
pero al menos a tú propio egoísmo podrás decirle:
te rendiste.
No hay arma más efectiva que desechar el ego,
esto no es un juego, pero juégalo como tal.
recuerda que decirte adiós no es negar lo que eres.
es sencillamente volver a un estado natural.
Por cierto, nada de esto era para hacerte sentir mejor,
ni aplicar algún tipo de discurso curativo,
agradezco estar vivo para poder mostrarte en un par de líneas,
que a veces decirle adiós a la tristeza,
es más cuestión de voluntad que de valor.
Pdta: Fue un placer quererte señorita azul.
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POEMA POR: Juan Pablo Marquez A.K.A. Marco
EDITADO POR: Rafael López A.K.A. FR
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