Maestros de los improperios y la vulgaridad,
hijos y Padres de la violencia por la falsa necesidad.
Criaturas llenas de rencor, símbolo de nuestra enfermedad,
adeptos a costumbres a las que llamamos Sociedad.
No amamos por el simple hecho de hacerlo, sino por el reconocimiento.
De qué sirve alabar la vida, si nos comportamos como muertos.
Buscando culpables, cacería de perros,
para ver quien tiene el hocico más largo o el mejor pelaje sobre el cuerpo.
Vestiduras, cadenas, compromisos sin luz.
Echándole la culpa al que anda en el trono o al que murió en la cruz.
¡Oh gloria inmarcesible!
al país donde la esperanza se marchita más rápido que tu tiempo dentro de un
bus.
¡Oh júbilo inmortal¡
para la tierra donde la muerte ya no es un castigo sino un plus.
Perdón y mil veces perdón, deberíamos pedir de forma incesante.
Por aceptar al indolente y juzgar al ignorante,
¿pero de qué sirven las excusas en este instante?
de lo mismo que han servido los últimos 482 años de esta ciudad agonizante,
para ver al sabio pobre y al erudito interesante.
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POEMA POR: Juan Pablo Marquez A.K.A. Marco
EDITADO POR: Rafael López A.K.A. FR
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